A Joseph y Celia no solo el amor los une, también el ADN.
Tras 10 años de lo que consideran un feliz matrimonio, una pareja de Colorado, en Estados Unidos, descubrió que no solo las leyes y el amor los unen: también lazos sanguíneos, pues recién se acaban de enterar que son primos.
Joseph y Celia Quiñones, padres de tres niños, aceptaron que sus familias físicamente “son parecidas”, pero esa similitud en los rasgos físicos no los llevó a pensar que estuvieran emparentadas de alguna forma.
Una década tuvo que pasar para que, tras practicarse unos estudios médicos que incluían pruebas genéticas, los resultados les revelaran que son de la misma sangre.
“Me siento un poco más libre. Hay personas que aman sin importar qué o a quién, entonces, ¿por qué no puedo amar a mi primo por accidente?”, reveló Celia en diálogo con publicaciones locales.
“Terminamos celebrando nuestra boda, e incluso entonces, nuestras abuelas se parecían mucho y se llevaban bien”, añadió Celia.
“Luego obtuvimos los resultados, y busqué el ADN del árbol genealógico y lo vi aparecer allí”, detalló Celia a la revista estadounidense. Los resultados indicaban inequívocamente que era nada más y nada menos que prima de su esposo.
“Yo estaba como, ‘¿Deberíamos divorciarnos? ¿Se supone que debemos estar juntos?’ Empecé a repensar y luego, después de un tiempo, dije: ‘No, solo nos quedaremos juntos’. No hay nada que podamos hacer al respecto. No voy a dejar que un poco de sangre se interponga entre nosotros”, contó la mujer su entrevistador.
La feliz pareja, decidió decidió dejar de lado las indagaciones que ahondaban en su parentesco y dedicarse a vivir su vida con sus hijos.
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